martes, 2 de octubre de 2012

Hay que seguir empujando

Ya tengo dos hijos en la Universidad, van comenzando su camino. Pero llegar hasta ahí no ha sido fácil. Puede parecer que sí, que todo es muy normal y que las cosas surgen de forma natural, pero lo cierto es que hay que continuar a su lado, empujando, acompañándoles y animándoles.

Les hemos dado todo lo que hemos considerado que les iba a ir bien, aunque a veces nos hemos pasado dando y nos hemos quedado cortos exigiendo.

Muchos jóvenes dejan los estudios, pensando que van a encontrar un trabajo y que van a comenzar una vida independiente. Pero después de un año buscando un trabajo, se dan cuenta que no es así y entonces, retroceder es dificil. Algunos padres consideran que con 17 años ya son mayores para decidir lo que quieren hacer, pero si les dejas solos..... ten por seguro que se van a equivocar.

Hoy en día no tienen conciencia de que es lo mejor para ellos. ¡Ojo! algunos sí!, pero la gran mayoría no. Y cuando descubren que se han equivocado, tratan de dar marcha atrás pero se dan cuenta que ya no es tan fácil reanudar las cosas donde las dejaron.

Tuve la tentación de hacer lo mismo que esos padres. Cansada de discutir, de tratar de convencerles para que estudiaran, de darles razones de porqué debían hacerlo.....tuve la tentación. Pero pensándolo detenidamente, decidí que no podía abandonarles. Si yo no estaba a su lado ¿cómo iban a saber como seguir?

Con lo cual, seguí dándoles la lata, seguí empujando y al final, hubo buenos resultados.

Cuando mi hijo aprobó este año la selectividad, le dije: -¡qué sepas que ese aprobado es también mío!- A lo que el me contestó: - Soy yo quien ha estudiado- y yo le respondí: - Y yo quien ha empujado-. Porque así ha sido, si no estás detrás para animar, motivar, apoyar y hacerles comprender, ¿cómo se van a dar cuenta si no de qué es lo que deben hacer?

Terminarán la carrera, se pondrán a trabajar, se comprarán una casa, formarán una familia........ y el ciclo volverá a comenzar. Eso sí, yo estaré a su lado, empujando una y otra vez, tratando de ayudarles en lo que pueda, dejando que caminen solos pero a su lado siempre.

Los hijos son como un gran barco. Sueltan amarras, se van a otros lugares, conocen otros países, a otras personas.... pero el barco vuelve siempre a repostar, regresa a puerto para hacer sus reparaciones, para coger víveres. Nosotros, los padres, somos ese puerto. Estaremos siempre esperando y con la mano tendida para lo que haga falta.

¿Qué no hace falta? ¡estupendo! seguirán navegando, pero si lo necesitan, ahí debemos de estar, dispuestos a empujar.

Animo a todos los padres a que sigan empujando, que no abandonen y continúen al lado de sus hijos cuando ellos creen que pueden caminar sin ayuda. Ellos lo necesitan, nosotros también y se van a dar cuenta de cuanto les hemos querido y les queremos. ¿Quien puede querer más a un hijo que sus padres? ¡Demuéstraselo!

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